Quiero estudiar Traducción e Interpretación
Muchos estudiantes, cuando terminan la PAU, EBAU,…..o como quiera que se llame (en mis tiempos se llamaba Selectividad) deciden estudiar Traducción e Interpretación.
Hoy día, el acceso a la información es sumamente fácil. Simplemente buscamos en Google ‘Traducción e Interpretación’ y podemos acceder a las páginas web de las universidades, ver el plan de estudios, el profesorado, leer en algún blog o foro las distintas opiniones de los estudiantes,….
Antiguamente no se tenía ese acceso a la información y te la jugabas. A veces, la gente se equivocaba y se cambiaba después de estudiar el primer año de carrera. Además, el primer curso en casi todos los planes de estudios, la materia es muy teórica. Ahora existen módulos en los que casi todo es práctica, algo que nos faltaba antes y aprendíamos tras años de experiencia en el mercado laboral.
Empezando por lo más básico y obvio, un estudiante de traducción e interpretación debe conocer al menos una lengua extranjera (como era mi caso) y su propia lengua materna.
Lo que para la mayoría es de cajón de madera de pino, algunos no son conscientes de lo que significa realmente y piensan que en la carrera aprenderán el idioma del que quieren traducir y lo que es peor, se olvidan de lo más importante para mí: conocer tu lengua materna a la perfección. De hecho lo ideal para mí es traducir siempre hacia tu lengua materna, siendo capaz de producir un texto natural, dinámico y sobre todo lo que yo llamaría culturalmente correcto, de modo que nadie mejor que tú fuera capaz de producirlo.
Se debe tener muy en cuenta que Traducción e Interpretación no es una carrera en la que se aprende el tan necesario inglés, el elegante francés, la lengua de nuestros vecinos portugueses, el siempre romántico italiano,… sino una carrera para que los alumnos aprendan a traducir, por lo que la primera lengua extranjera (en mis tiempos se llamaba lengua B) tiene que venir ya aprendida de casa. De hecho cuando yo empecé la carrera, además de obtener la nota suficiente en Selectividad, tuve antes que superar un examen de acceso a la facultad de Traducción e Interpretación en inglés en el que se valoraba cómo traducía, como comprendía un texto, cómo redactaba, mi capacidad de síntesis, no un examen de verbos irregulares ni de conversión de frases activas a pasivas.
Las segundas y terceras lenguas extranjeras (lenguas C y C2, por aquellos entonces), en mi caso, las aprendí desde cero, con lo que cuatro años de carrera no fueron suficientes para ponerme a traducir desde o hacia ellas. Nunca lo hice, pero me sirvió para entenderlas y sobre todo disfrutarlas. Pura satisfacción personal.
En definitiva, los años de estudio sirven para perfeccionar la lengua de trabajo, no para aprenderla.
Traducir bien pasa inevitablemente por saber redactar a la perfección en tu idioma materno, así que, si no tienes un léxico rico, ni una expresión fluida ni sabes cómo utilizar la lengua en cada situación o contexto comunicativo (esto último, esencial), siempre puedes dedicarte a otra cosa. Seguramente te irá mejor ?
El traductor debe estar al día de todas las normas gramaticales, de ortografía, y conocer las diferentes fuentes de consulta. Un traductor no lo sabe todo, como la mayoría de la gente piensa, pero sí tiene la habilidad y capacidad de consultar fuentes fidedignas y analizar el lenguaje específico mediante glosarios, tesauros y textos paralelos.
Parte de ello se aprende en la carrera, pero un traductor debe ser una persona curiosa con ganas de aprender cosas nuevas, pues muchos de ellos se especializan así en los diferentes campos de la traducción: científica, legal, médica,….
También debe ser una persona autodidacta y estar abierto a aprender casi cualquier cosa: informática, venta, marketing, DTP,….
El traductor se hace a sí mismo, así que si eres traductor y no te mueves ni te reciclas, nadie va a venir a buscarte.
Autor: María José Lozano Martín-Romo, traductora e intérprete jurada de inglés